воскресенье, мая 21, 2006

up




sky blue

lost my time
lost my place
in sky blue

those two blue eyes light your face
in sky blue
i know how to fly, i know how to drown
in sky blue
warm wind blowing over the earth
sky blue
i sing through the land, the land sings through me
sky blue
reaching into the deepest shade of sky blue
so tired of all this travelling
so many miles away from home
i keep moving to be stable
free to wander, free to roam
train pulled out said my good bye
sky blue
back on the road alone with the sky
sky blue
there’s a presence here no one denies
sky blue sky blue sky blue
so tired of all this travelling
so many miles away from home
i keep moving to be stable
free to wander, free to roam
i can hear the same voice calling
crying out, from my heart
and that cry, what a cry
what a cry, it’s going to be
if i can stop to let it out.

пятница, мая 19, 2006

mistificador







Y dando vueltas por pinceles,
perdido entre mis cuerpos y estados.
Desde el cielo los matices.
Por donde acabo yo y donde empieza ella.
Por la calle, y desde arriba.
Desde el cielo los matices.

среда, мая 17, 2006

la lluvia




Te perderás confundido con galeon,
cansado de sentir,
de cargar en el vientre un nido de sollozos y cangrejos.


Naufragarás como una barca,
y no un puerto,
donde amaga la esperanza,
desde el nido del alvatros.

Donde los recuerdos se desparraman entre las piedras
con el rompimiento del oleaje.

суббота, мая 13, 2006

al-andalus




Un vagón.
Los recuerdos de viñedos de Jaén.

Dédalos y herrumbres.
Tardes mansas echadas a pastar,
pisando Recoleta.

Soy Bustos Nogales,
Arribé en el “Esperanza
desde mi Valencia.
Me llamo Tonino Giacominni,
Fui nobili,
nacido en Acerenza.
Me llamo Sebastián Nielsen,
Soy algún que otro nieto de un danés.

Luz de gas.
Cañaverales desde Milano,
Bodegas desparramadas de bordó.
Nubes rellenas con lunas y lunares.
Y el tren avanza hasta Colonia.

A las costas de Odessa
las gaviotas escupen los quejidos del berebere.
Los llantos se confunden
con el rompimiento de las olas.
Los rumores de la negra peste,
se asientan sobre el esófago.
Me han soñado en la Constantinopla
de los otomanos.
Fui soñado desde ahí,
donde el mito de la lepra esta vigente.

Mis adentros son tejidos con hachis,
desde la rivera del Jordán
por mercaderes de datiles y ceramicas.

Camino sobre el puerto de Rodas
y el Egeo me hace cosquillas en los pies.
Conozco a Delia, nacida en Creta,
criada en Roma.
Sus muslos se empapan con las palmas, los orfebres,
las ferias mediterráneas, el leño de los patios,
las cinturas y los rostros semi turcos,
y esos pechos confundidos con milagros.

Se ha visto al Ecce homo,
rey de la buena muerte,
allá por las peñas de Granada.

Y los hombros enjoyados de la hembra mediterranea.
Due leoni affrontati d'oro...
Los arcos barrocos que finalizan sus espaldas,
me devuelven a los ojos el camino de Santiago,
una yuxtaposición repleta de olivos y vides y naranjos.

Recuerdo el sabor gitano y filoso.
de las bocas gaditanas.
las hay de olor a acacias.
Como el que portan las paqueras de Jerez.

Sobre la calle Alondra,
en las siestas y zambombas.


No soy nacido en las estepas de los tártaros,
Dudo que me hayan olvidado
una tarde en un gulag.
Lo cierto esque carezco de nombre.
Mi sangre esta en declive.
Mi aca es ahí,
Y mi hoy,
y mi mas allá.

pulsión


Un punto re-abarcativo.

Nunca (más) se abrirán sus ojos.
Sus caserones ya vaciados,
asimilando polvorientas galerías.

El tenue fervor de contra-esencia
Y la llegada de la luna.

Ya espero que así sea.

среда, мая 10, 2006

esa batalla


Benedetti

relato gestaltico desde algunos adentros


I

La luz penetraba pura a través de los cristales de la sala de estar.
Las paredes prolijamente empapeladas denotaban un fino gusto de la señora Saunders, quien la estaría esperando en la habitación contigua. Los pasos, cuidadosamente contados, sonaron sordamente sobre el brillante piso plastificado. Unas sombras se interpusieron a medida que caminó cruzando la sala hacia la puerta blanca, cerrada.
(Estoy perdidísima) -pensó para sus adentros, - es la hora del té y Ronald no trajo aún las tostadas para la Señora.

II

Quizás no sea el momento para decirlo, pero alguien tendrá que hacerlo.
Un instante ensordecedor, en el que todo pareció quieto, el viejo portón se inclinó para obedecer y entré. La instantánea sepia de aquel cuarto: el hilo goteante de su boca, ese pobre animal encadenado a los huesos fríos de la madame, y Ronald ausente. El aire sin él suena desafinado. Traicionándome a mi misma dejo caer la porcelana atemporal y por fin una nota pura, un arpegio bien puesto señores, rayando el vinilo Poe del caserón. -Las 8 señora, su... infusión- me tiembla la aorta, mala señal.
Lo predecible; crimen y castigo, robo y cortadura de mano, pecado y horca, la madame y su escoba. -Lo siento señora, yo me encargaré. Al agacharme a recoger los pedazos de lo que yace roto, que no es sólo té, siento los golpes, fríos como vivir sin tacto. Madera y cadera, era predecible. Pobre miss Saunders, tantos años confinada en este bastión que, producto de su demencia, llama hogar, un patíbulo de cerdos. Era predecible, pobre miss Saunders, tantas horas a la penumbra.

Creo que intenta golpear mi rostro, no lo logra. Duele igual de gris, patíbulo de cerdos. Es igual, mi mente está intacta, le pido clemencia y como si estuviera escrito, vuelve el vodevil, el reconocimiento de la falta, las disculpas y el llanto de ambas, que si no fuera porque la señora sujeta la escoba redentora, la subiría al altar de madre o quizás de amante.

III

Tras un grito ensordecedor vuelve la señora Saunders, con su escoba, tan impredecible. Una gélida sensación me invade el rostro súbitamente, la escoba teñida de rojo surca una estela roja en el aire, algunas gotas perturban el orden manifiesto en los prolijos empapelados.
Las señales de dolor llegan gradualmente al cerebro revelando el daño producido sobre el ya inexistente tabique, mientras sus retinas reflejaban la figura de un testigo inmutable. Ajeno a la presente escena Ronald le pregunta a la Señora si prefiere las tostadas con mantequilla o con pepinillos suizos, mientras se apresura a eliminar con visible asco los vestigios de sangre sobre su saco de tweed.
Como buen inglés, al no percibir respuesta gira en sí mismo noventa grados y regresa al salón principal, recordando que se olvidó de encerar el suelo de la vigésimo tercera habitación.

Me levanto del suelo y haciendo una reverencia me disculpo con la señora para proseguir a la limpieza de mis fluidos rociados por doquier. La hemorragia brota a borbotones de mis fosas nasales y utilizo mi delantal para intentar frenarla. Haber utilizado las servilletas habría desatado una nueva tempestad poniendo nuevamente en riesgo mi integridad física. Con la mano izquierda presiono sobre mi cara y con la otra intento eliminar los vestigios de lo sucedido.
Mrs. Saunders me observa horrorizada y en un impulso maternal me pregunta si me encuentro bien y corre al vestíbulo donde se encuentra el teléfono para llamar una ambulancia.

IV

Estoy tan apenada- maullaba ya incorporada y sangrante de comisuras. A nadie le importaba ya, su rostro pedía a gritos una redención, aunque sea imaginaria, aunque se trate de la extracción de la piedra de la locura, esos ángulos angustiados del caserón le definían su muerte a cada escalón, a cada hora. inesperadamente la araña-media luz cae y se destroza en mil pedazos. El ruido produjo una mueca paralizante en la Sra. Saunders, quien vegetativamente arrastró su cuerpo hacia el living de abajo. Ronald, estoy apenada- silbó una vez mas, Ronald sintió que su hombría de rigor le impedía romper en llanto, y recordando aquello de que los-machos-no-lloran explotó en eufórica carcajada, gutural y de tan salvaje, falsa. Poniéndose en cuclillas para ayudarla, sin dejar de reír, levantó primero los vidrios.
La araña-media luz era desproporcionada, enorme. Mientras tanto ella observaba una alondra que, dando saltitos, terminó por posarse en su cabeza. Otra risa estalla, de ambos, Lara-alondra, y la risa se transformaba en llanto, Ronald era la primera vez que le pensaba su nombre.
- Laralondra...

Continuaron con su show de quien yace perdido por perdido y al ayudarla a incorporarse Ronald roza un poco de su piel, Lara enrojeció. Ambos retiraron sus manos del otro casi con horror. -Perdóneme Lara, usted sabe, soy un caballero, yo...- Ella tomó un vidrio muerto del parqué, aun sin mirarlo ni una vez, y rajó su vestido impenetrable, y luego de un largo siglo, levantó sus ojos hacia el, quien admiraba su cuerpo semidesnudo, mitad piel, mitad inocencia, con la fascinación de quien logró ver una sirena en Creta. Comenzaba a llover, la puerta entreabierta del salón del té cantaba como una cigarra, y en penumbra y llantos salados, se cambiaban de piel, reconociéndose uno con el otro.
-Deberíamos irnos, Srta. Lara, esta sucesión impulsos muertos ya no puede contenerse mas aquí dentro, en cualquier momento sucederá una desgracia, no lo cree usted?- boca arriba sobre el parqué, descansaban los dos Ronald sobre el pecho de la señorita Lara, afuera la lluvia y Lara en pose fetal. - creo que ya es demasiado tarde Ronald- Y como si no supieran que la Sra. Saunders yacía muerta entre el onceavo y décimo escalón, Ronald habló otra vez con desenvoltura:- Ambos sabemos que al cruzar el umbral habremos de morir Lara, no lo cree usted?, entonces la pregunta es simple, deberíamos destrozar la ventana con el perchero y salir malheridos del caserón, o unirnos a la familia por la puerta principal? - Lara sin abrir sus ojos se amarró de Ronald mas fuerte y comenzó a sollozar, era casi imperceptible.

El reloj guiñó las doce, tantas horas hacia que la dama Saunders habia bajado la escalera? hace tanto habia sido extirpada de sus -vidas- ? El se levantó a medio vestir y puso a Sinatra desde la fonola, fly me to the moon
- Usted sabe que la muerte no termina la vida, sino que la complementa - ella con la sien sobre la madera asintió como pudo, luego con expresión de insatisfacción dijo - Pensé que odiaba los lugares comunes...- ambos rieron, luego superponiéndose con el silencio absoluto Ronald re-descubrió la cara de Lara, e
ran precarios sus ojos, dignos de un mártir, de los que sufren y los santos.

- Y te voy a decir porqué, solamente porque lo, odio y quiero verlo muerto, por eso....- Ronald se incorporó, lagrimeó un poco, no demasiado y siguió agudizando sus ojos en Lara.

- quiero verme muerto Lara- hizo una pausa y prosiguió- hay dos ideas que me torturan estos días, me estaré yendo? , muriendo? apuntando los últimos exámenes, comiendo el ultimo arroz, lamiendo una ultima miel? Y me siento justo como Jesús, Maria, y la ultima cena, entendés? - Lara tratando de tapar su rodilla con un vestido destrozado preguntó cual era su segunda idea.- Simplemente que ya he muerto, un jodido polstergeist, hijo del tártaro, papel sobre el agua, es tan, injusto, no creo poder soportarlo mucho mas, necesito saborear toda la luz de esta habitación y afuera, en el centro, correr hasta la estación de tren, Londres, Dallas, Viena es igual, hasta que transpire por todos mis poros, escupir sangre sobre los policías, y que no me importe, y ahí no termina el infierno Lara, hay algo aun peor, no se porqué. quizás ya estoy muerto Lara.
- Entonces, no tendrías miedo a pasar sobre la puerta al irte...- Ronald no la dejó terminar y devolvió un grito
desalmado al espejo hasta romperlo.

- QUIERO VERLO MUERTO, ESTA PUTA CASA CON ESTOS PUTOS MUEBLES DE MIERDA, LA ABUELA MUERTA DEBAJO DE LA SALA, EL RETRATO DE COURBET Y ESA ESTUPIDA IRONIA, EL TIGRE EMBALSAMADO, EL PARQUÉ MOJADO, QUIERO VERLO MUERTO.

Continuaba su absurda destrucción chocando en el aire papeles y agua, sin cesar de gritar, Lara observaba como su conciencia de retiraba dulcemente y escenas nacían de los recuerdos, brotando y burbujeando de arriba y de abajo y viceversa. De una niña corriendo de la mano materna hasta la avenida para escuchar las ultimas palabras de unos accidentados con autos, luego evaporándose como la sangre del asfalto, de un violín encantado de sexo en una cama, del asesinato de Annie, su monja némesis del internado, de su hombre moribundo de Courbet, de aquel centro visto por primera vez como un ángel, desde allá, desde la terraza del caserón, de su cita postergada con la bañera, la gillette, y la muerte, nunca sucedería, porque esto es una ensoñación de opio, nunca pasará, porque esto no es realidad, esto es un tiempo al tiempo, o una tortuga, son dibujos en papeles en un charco en la estación en la tarde enfrente en su centro en su soledad y en sus lagrimas y en su icidio, que nunca pasará, que nunca saltará del techo hacia la el empedrado del centro sobre su cielo, su postergado sueño de mariposas de papel, sin charcos, sin barros, si larvas ni ratas, sin desconsuelo.

Hasta que algo pasara, algún recurso del alma para evitar los domingos, hasta sencillamente comenzó a levantarse entre los gritos desesperados de Ronald, mirándolo así se descubre un manojo de nervios atrasados impulsando desde abajo, desde la cintura hasta los labios y viceversa otra vez, saldrán, saldrán en todo su esplendor de una vez por su boca.

- si...

Y tomando el busto de Rodin sumergió su angustiada piel sobre la ventana devorando los vidrios y huyendo de murciélagos. Sobre los cristales miró el rostro de Ronald, quien contuvo su furia momentáneamente, y con una sonrisa sedante exclamó que valía la pena salir de la mansión para visitar Angers alguna vez.Salió.



V

No mira hacia atrás, y tratando de tapar su pálido cuerpo con el rasgado vestido, corre tontamente por el parque. No ve a nadie, pero saben que la miran Se siente atrapada en un túnel oscuro, y corre, corre hacia la libertad. Lagrimas le recorren la cara, trata de limpiarse, se mezclan con sangre seca en su rostro. No sabe si ese llanto es por remordimiento o felicidad, pero no quiere pensar. Toca su sostén empotrado en su cuerpo, como si hubiera nacido con el y nunca nadie lo hubiese tocado, ni siquiera Ronald. Hay unos billetes. Tal vez Ronald tenía razón, y correr hasta la estación no es imposible. Se tropieza, se cae, se raspa la piel. No tiene zapatos. Sale el Sol de entre las nubes grises, el cielo se limpia y el viento renueva los aires. Todo empieza nuevamente.

VI

La señora de la boletería mira a Lara mientras tantea el cajón de donde saca el vuelto y se lo da -siempre sin dejar de mirarla, de mirar los cortes en su cara. Lara nerviosa agarra los billetes y los hace un bollito. El tren se acerca y ella mira hacia ambos lados al acercarse. La señora de la boletería se levanta como en un impulso y el tren llega y Lara parada espera que pare para subir. Ya sentada, ve las luces pasar a través del vidrio y no puede evitar que se le llenen los ojos de lágrimas. Hay personas en el vagón, pero ninguna la mira. Se arregla un poco el vestido e intenta sin éxito peinarse. Se limpia las lágrimas. Un pañuelo blanco con un borde floreado asoma desde el asiento detrás del suyo.
-Gracias
-Necesitás un peine?
-C-cómo...?
-Digo, un peine... Tuviste un accidente y parecés preocupada por tu pelo...
Lara se da vuelta y ve una mujer cincuentona con un sombrero de paja.
La señora le sonríe y saca de un bolso de tela un cepillo de madera.
-Estás lastimada... deberías ir a una guardia...
Le saca el pañuelo de la mano, y lo apoya en la herida que Lara tiene en su mejilla.
-Estoy bien, gracias. Estoy bien

VII

Entre el humo de suelo y destrozos Ronald se convirtió en estatua de sal. Mirando al exterior de la ventana, y mas que nada hacia sus adentros, con un pie en cada orilla, observo el cielo amarillo de la post-lluvia, eso no podía significar nada bueno, sangraba por mas de un lugar, su rostro escrutaba una felicidad difícil de entender, y a su vez era imposible dejar de escuchar ese aleteo de pájaros que sugerían las manos de Lara al irse, ese ruido de alondras. - que era?.. que fue el sueño de ayer?..

Viendo su reflejo en la vitrina recordó a su hermana, en realidad solo recordaba el movimiento de sus ojos, nunca habia visto un par iguales, o sus manos, las manos de las mujeres. - Si no te das cuenta de que sos un genio, vas a ser un mediocre toda tu vida...

Las manos y los ojos son lo único que nos pertenece, uno tras otro lo perdemos, nos han negado el cielo, nos han negado el cielo, nos han negado el cielo. - Podría dormir mil años... Lara en las vías esperaba, yendo de una punta a la otra y volviendo, habia oscurecido, siempre con la mirada desparramada en el suelo del vagón. Ronald miró una vez mas el cuerpo de la Sra. Saunders, en pose fetal, ahora despertaría en un bebe, con la misma pose, con la misma vida, o quizás en algo elevado, un cóndor, no, un cuervo.
Cuervodelamiseria.
Cuervonegro.
Siempre arriba, siempre un poco mas, elevarse, por sobre el todo.
Al salir por el umbral y bajar por la escalera por poco recuerda el objeto de su sueño, algo pequeño, blanco, y hasta casi tropieza con la madame.

VIII

Esquivó su cuerpo y su memoria, para nunca volver a pisar esa huella. El viento había dejado de soplar, nadie murmuraba en la desierta mansión. La Sra. Saunders había muerto y, con ella, la noche. A través del ventanal, Ronald observó cómo empezaba a amanecer, cómo el jardín pulcramente cuidado se iba iluminando de a poco. Pero los pájaros no cantaban, ya no había pájaros.

Todos habían huido con Lara para dejarse respirar en el andén. Se levantó, caminó por el salón, no veía nada. En el umbral vio una mariposa, la siguió, como temblando, la corrió por toda la mansión celeste, se posó a meditar sobre el terciopelo rasgado del sillón, pareció meditar la mariposa, flotaba, levitaba... abrió los ojos... ya no la persigo -se dijo. Continuó, puso música, bailó, vio fotos viejas, se puso su traje negro y se marcó su piel blanca y fría en la tela negra. Las pupilas inmóviles y sus pálidos pómulos contrastaban con el terrible y pavoroso traje. ¿Dónde quedó mi traje blanco? -pensó, pero no se acordaba...

Fue hacia la cocina, abrió la heladera, una manzana, un mordisco, los dientes deslizándose y el jugo mojándole la boca, una gota cayendo sobre la cornisa de los labios, azules. Subió hacia su habitación, rechinaron los tablones de la escalera, se caía, arañó una pared para no caerse... pero no, no pudo aferrarse y la pared -también de madera- quedó marcada... ¿estarán bien mis zapatos? sí, siempre. Caminó y se curó la rodilla, era igual, no dolía... ni sangraba ya, dejó el botiquín en el baño rojo, algo goteaba, no lo pudo ver, no encontró las canillas abiertas, se fue. Se cansó de buscar, no le importó sentir las gotas dando contra el piso, las ignoró, puso un disco de Beethoven -la Quinta Sinfonía- lo escuchó un rato largo, no encontró nada, o tal vez demasiado, tomó el violín, no... las cuerdas rotas, se curvaban, como el espacio infinito, todos los sonidos sobre esas cuerdas, pero igualmente seguían dobladas e inútiles, más madera -pensó al ver el violín. No puedo más -dijo, se dirigió al tocadiscos y calló los negros aquelarres. El silencio se hizo total. Fue hacia el sillón, lo encontró extrañamente incómodo y gris, muy gris. Se movía sobre el piso de madera, esta vez sólo había una hoja seca sobre el alféizar de la ventana, la mariposa ha volado -creyó.

Casi sin doblar las rodillas, llegó de nuevo a la cocina, tiró la manzana, se sentó y se volvió a sentar. Tocaron el timbre, salió al pasillo que daba a la calle, la baranda fría y áspera lo acompañaba pero no lo sostenía, nada lo hacía, llegó a la puerta, una luz sin color salía del otro lado...

IX

Todos los pájaros habían huido con Lara, la ciudad había muerto en la Sra. Saunders. En el andén se acerca sigilosamente una señora, como dubitativa, hacia Lara. Una mujer robusta, de tez curtida y un impecable calash sobre su cabeza.
- Ruégole me disculpe usted Señora por mi intromisión, querríale consultar dónde ha podido conseguir usted el singular ejemplar de sombrero, bastante peculiar por cierto. Mi persona no ha presenciado jamás en su existencia modelo de tan singulares condiciones como los que mis ojos presencian y atestiguan.

Lara abrió enorme sus ojos desconcertada de aquel sorpresivo despliegue fútil de palabras, tuvo que procesar la interrogación un momento para poder interpretar lo que esta loca mujer le estaba cuestionando.
- Discúlpole señora, sin embargo su persona confundida está, yo no poseo ni poseeré sombrero alguno.

- Ja, ja, ja, jamás mi humilde persona ha tenido la gozosa dicha de conocer a tan jocosa mujercita. ¡Que ocurrencias tiene usted mujer al negarme a lo que mi vista es testigo!

- respondió la mujer acalorada por sus sofocantes risas, los rollos de masa adiposa acompañaban los espasmódicos movimientos centrales. - Discúlpeme a mí esta vez señora por mi atrevimiento, pero le reitero que yo no poseo ningún...

Un tren se acercaba a su andén y se observó en el reflejo de las ventanas de los vagones, entonces vió que una enorme masa oscura y amorfa se erguía sobre su cabeza. Elevó su mano hacia su cabeza y dudando palpó lo que había sobre ella. La textura sedosa, cálida y su liviandad revelaba el misterio. Una pluma. Muchas plumas. Una alondra, mil alondras, mil palomos en su cabeza.


Todos los pájaros de la ciudad sobre su cabeza.
-¡Oh mi Dios! -exclamó Lara- ¿Son alondras en mi cabeza?

-Oh niña, ¡que ocurrencias mi Dios! Ja, ja, ja, ja, que me muero niña, que me muero... ¡Que tienes pájaros en la cabeza! Ja, Ja, Ja... Ingeniosa respuesta, ciertamente que sí. Debo irme niña, pero cuando gustes pásate por mi casa a tomar el té, resido en la Blainville Street número mil cien. Ja, ja, ja, que tiene pájaros en la cabeza... ¡oh, que ocurrencias!... ¡Un gusto en conocerte peculiar mujer!

Lara asintió e hizo una reverencia, y la señora arrastró sus carcajadas fuera de la estación, las cuales todavía seguían resonando aún más allá. Sin embargo las alondras estaban allí formando un cúmulo polimorfo cual termitero africano.
Lara aceptando sus destino se permitió dormir, con mil alondras en su cabeza, arrullando sin cesar: "¡Oh, Ronald, si estuvieses aquí...!".

X

- Ambos sabemos como y porque acaba esto.
Un avepayaso, dos.Ronald escupe sobre el pecho de Lara, salando la herida diagonal.
- Los dos estamos al tanto de porque te estoy asesinando sin suplicia y hasta sin sexo.
Pero Ronald no escupe sobre el pecho de Lara, sobre un caballete tal vez, y su estúpida sonrisa de gato obeso con las manos apretando sobre el eje del mismo pedazo de madera pronosticaban que jamás podría y nunca matarse a si mismo.

Sin un tal vez.
Deja caer su rostro hacia atrás rozando su columna, hilarante y patético, quizás alguien abriría el portón, tal vez no, alguien abriría la puerta, incluso alguien se encuentra ya observando en el umbral con respiración agitada escuchando ese intento de risa que tienen los ingleses del norte, como nuestro agrimensor de castillo: Ronald. Pero que esperaba el supuesto individuo para irrumpir en el salón de te?
Que anhelos lo desdibujaban incapaz de tomar la simple decisión?
Tentaría a Ronald? Lo tentaría en su acto de la mas triste de las criadas?

La respuesta era tan inútil que provoco ira en Ronald destrozando acordes de canciones mal tarareadas, masturbándose sobre el busto de Homero semejando ser gárgola, era igual, sin tal vez, nunca saldría de la habitación.






* Capítulos:

I: el Bardo (?)
II, IV, VII y X : Yo
III y IX : Dani
V : Olga ¿?
VI : Kari
VIII : Gaby
¿¿???

las muletas

bertolt brecht

en aquelarre


Seguía el dolor de cabeza y empezaba a aclararse el nublado.
Me habia percatado a destiempo que todo el domingo fue gris, con techo pero sin lluvia.
Estaba nervioso y porqué no desposeído, desde que me levante tuve resonancias de la esquina, la plaza encerrada de alambres, la de los domingos, mi plaza, la de las rejas, ese gran escalón de cemento reservado, eso si con mucha vegetación, de mentira, de pintura, pero algo es algo.
Hasta las 5 pm escuchaba en mi cabeza el anhelo de exilio a media cuadra, no aguanté mas y me escape a trote hasta llegar.

Domingo con nubes y viento, era mejor estar encerrado al aire libre, mentirse un poco jugar al engaño.
empecé a distorsionar apenas entre, luego empecé a recordar un cuento de cuando era mas chico, uno de terror, ese terror que solo conocen los chicos, un cuento de bosques habitados por humanoides sin rasgos faciales, pero eso si, podían llorar.
Seguí distorsionándome hasta que se fue el cielo gris, y empezó el absoluto negro.
Y solo podia concentrarme para ver el helecho nacido de hormigón revoloteándose entre la brisa que crecía, me di cuenta de que yacía en el arenero de piedra, entre el viento imaginaba a chicos jugando en la punta de los toboganes en madrugada, yo estaba ahí, pero mas grande, algún dia lo haría? Doy medio giro, porque perdí ese terror? Ningún grande lo posee, es algo que se paga en el camino, una cuota, si me quedara algo vería mas objetivamente, me vería recostado en el cemento de una plaza enrejada cayendo el dia.
Me las ingenie lo mejor que pude para volver, tuve que arrastrar al yo que quería quedarse y el que sale en las fotos se quejo un poco, ambos se fueron a puntas de pie.
Revolviendo entre las costillas saque la llave y entre.

Mi casa da a mi cuarto, no hay salones, mejor dicho a veces están ahí, solo que al entrar aparezco directamente en las paredes verdosas de mi habitación, depende del dia.
Aquel no fue especial ni original así que cruce el umbral y me encontré con las plantas,
el trono (una vieja silla gigante) y el techo oscuro de mi habitación.
No se muy bien porque pero intente recordar porque no poseían rostro la raza terrorífica de aquel cuento, algún retroceso se llevara a cabo esta noche, son señales, hay que estar alerta, hay que ... no...no hay que...
me dormí.
Me despiertan levantándome la cara de las rodillas, era Dora...
(pero si yo me acababa de decir hace un rato).

Quien es Dora? Dora son muchas al mismo tiempo, se chocan, se traspapelan, una Dora fue un amor imposible, otra fue mi mejor amiga, otra se perdió entre tema y tema, otra corre por Libertador, no me alcanzan los dedos para hablar de Dora, es la Dora de los bosques de Palermo, otra fue un amor posible, Dora hablaba con gente muerta, Dora me contaba con los ojos bien abiertos que habia tenido pánico de no volver cuando salió de su cuerpo una noche, Dora y yo vimos la sombra violacia a la noche en mi cuarto, Dora y yo rompimos todos los relojes del mundo en Ciudad Universitaria, Dora me contaba de vidas pasadas, Dora era confidente, esposa, lapidaria, me regalaba incienso, se reía mojándose en la lluvia, era lluvia, Dora siempre habia estado ahí como ahora esta levantándome la frente, siempre levantaba mi frente, desde chicos.

Ponemos música y me cuenta que yo habia invitado a su familia a comer, no Dora, justo hoy...
Su padre me odiaba y yo lo odiaba a el, igual que mi padre, era un disgusto generacional, no tragaba a mi edad, decía que amábamos la muerte, el negro sobre blanco, the cure, ozzy, era despreciable por donde se lo mire, simulaba tocar la guitarra de la casa con los párpados apretadísimos solo para escuchar los golpes y quejidos del instrumento, da igual, para el habia una sola Dora, la que yo no tragaba.

Dora se ríe y se le escapa un secreto contundente, habia invitado a henry.
Dora justo hoy, ando tan sobre valorado, justamente hoy...

“ yo se que en el fondo vos te lo bancás, no como los chicos, no es ningún tarado henry, tenés que conocerlo...”
Zappa se me escapa del parlante, y encima no deja de reírse...Dora siempre es de hacer estas cosas, aprendí a aceptarlo, como cuando rompió a mi guitarra.

El problema en cuestión no era que a mi me moleste la llegada de henry a mi cuarto-casa, el asunto era la culpa que traía consigo.

En vano gasto palabras preguntándole porque lo habia llamado y si lo veia después de tanto tiempo, ya no somos chiquitos.

Revolviendo entre los libros y estudiando las plantas larga un simple:
“ me escribió Fran, muy cambiado, te contesta como cegado por la bossa nova, no se que se le dio por desaparecer en el país de las bikinis...”

trato de movilizar mi cuerpo pero poseo la agilidad de una tortuga atleta, me siento fuera de foco, sigo distorsionado, lo nota, pero lo niego cordialmente.
Con Dora nunca fuimos amigos, nuestra relación se encuentra justo en la línea del misterio eterno, nunca fuimos novios, tampoco amigos, tal vez hermanos, pero a veces dejábamos el parentesco sanguíneo de lado.

Cambia la música por algo mas tapador, Billie Idol grita desde el potus que Is a nice day to start again, se va normalizando la escena, justo a tiempo, no podría haber aguantado mucho mas.
Ella no era muy distorsionable, prefería otras cosas, al final era lo mismo, ella se “desnivelaba” , ese era su estilo.
Tendré que ir a saludar a los padres, y a los míos, me es imposible encontrar el pasillo, me pierdo y vuelvo a mi verde lugar, pintura verde hasta el techo. Depende la suerte, hay veces que mi casa llega a tener diez mil pasillos y habitaciones, hoy no, abría mi puerta y me encontraba el farol y el empedrado de la calle.

A Dora le encantan mis cuadros, empieza a analizarlos, le gustaba el de la cascada y el punto blanco en especial, les daba mil interpretaciones, esa era la Dora en plan madre.
Mientras admiraba el juego que hacia su buzo gastado de mangas con su interior escucho que sube alguien por las escaleras, Dora me mira y se ríe con miedo.
Yo le regale ese buzo, le queda perfecto, pero ahora tocan mi puerta.

Veo por mi ventana que da a algún salón, están ahí mis padres y los de ella recibiendo muy contentos a un henry muy negro, tapado de negro, pálido, no le llego a ver los ojos. Parece enfermo, tengo que rescatarlo, si supiera como llegar, no me puedo tirar desde aquí.
No importa, el se abre paso arrastrando el sobretodo oscuro, Dora sigue hablando de algo importante, pero nada es mas importante que esto, ese es henry? No puede ser.
pero ahora están tocando mi puerta.
Dora se levanta de la cama y abre con felicidad, los escucho hablar un rato, pero henry sigue tan serio, ese es henry? No puede ser, no me atrevo a dejar de contemplar la escena con la cabeza alreves, al ras del suelo desde la cama, noto que me mira de a ratos, finalmente escucho que me llaman y me apresuro por incorporarme.
Se cierra la puerta.
Nos miramos de frente un rato muy eterno, luego destapa las cejas y noto sus ojos, ahí esta, henry!!! Lo abrazo, nos reímos bastante, noto aroma de amplificador, con gain y mucho low, a henry parece que también se le da por distorsionarse nos seguimos riendo y hablando casi tapándonos unos con otros, no dejamos de dar vueltas por toda la habitación.
Nos tiramos todos en mi cama, que recién ahora lo noto, es inmensa debe medir 4 metros aproximadamente.
El sahumerio sigue su curso proyectando una nube de puerto nocturno, Dora se estira de arriba abajo para prender unos farolitos metálicos, empiezo a ver mejor el contorno de su cuerpo con el buzo azul.
Las charlas van y vienen, larguísimas y que se pierdan unas con otras, terminamos con la noche de Ciudad Universitaria, ahí nos perdimos todos los chicos, se quebró el tiempo, pero como? henry no estaba? Ahí tampoco?
“no importa, cosas de chicos” me explica el, peinando a Dora con un llavero.
Señala una pila de revistas y se acuerda extendiendo las cejas como las conseguí.

“ no sabes Dora, 10 medidas apostamos, se las tomó todas de un saque, y yo me quede sin biblioteca, jaja, cuanto teníamos? 12 años? Habíamos estado probando el vino francés de mi viejo, esa noche estuvo bárbara...”

henry siempre fue así, se acordaba de cosas que habían transcurrido años luz, y de propina comentaba el estado de animo de cada uno, no hay dudas, era el mismo henry de siempre
armamos un cordón de 5 metros con las sabanas, y por medio de la ventana vamos a buscar aquel vino de ceremonia, cosas de chicos.
Dora se queda inspeccionando mis estantes que habíamos armado juntos una navidad.
Nos mojamos de agua hasta los tobillos, la calle estaba toda inundada, nos reímos, la única estrella que habia era un farol parpadeante por el acoso de la tormenta.
Me da gracia como henry intenta subirse el cuello para permanecer seco en medio de este huracán, me río y salto por encima de su espalda, nos revolcamos por todo el empedrado jugando a la garrapata.
Llegamos a media cuadra y compramos lo suficiente, volvemos filosofando sobre pasto mojado y empedrado, casi chapoteando y a carcajadas.
Saltamos desde la ventana al centro del piso, mojamos la alfombra de cuero curtido.
“de donde vienen?, están empapados!”
después de hacer los honores descorchamos, Dora empieza a cantar algo que habíamos inventado de mas chicos, una canción en ingles pero nacida de la mente de los tres un dia de primavera. “mad on the moon”.
El vino era tan bueno que tiñó las paredes y el techo de color tinto.
Henry desenfunda un violín del sobretodo que expulsa a la silla de van gogh en un extremo.
El tema queda insuperable, me esfuerzo por ayudar pero me vence la admiración por las manos de Dora, son tan Dora, suelo admirar todo en una mujer a la altura de Dora.
Me quedo callado, con la mejilla en sus rodillas.
El tema finaliza y de un estante sale un sonido de bombos y platillos expectantes.
Veo a henry buscar algo en su bolsillo moviendo toda la silla, le pregunto algo, creo que referido a su cambio, no era el mismo que vi desde la ventana, el casi ríe pero sigue buscando entre la tela negra.
Nota que le gusta mi colgante de la pluma.

“me lo regaló ella” ella asiente y promete algo parecido a henry.
El incienso sigue distorsionando mas y mas el ambiente, los faroles se traslucen en degradé, cuando henry saca su mano del bolsillo alguien sube la música casi al infinito, veo bosquejos de Dora moviendo las manos, va oscureciendo el ambiente de a poco, sigo descansando en sus rodillas, su piel tibia, la acaricio lentamente sin levantar sospechas me río, ambos me miran y los contagio. Levanto sospechas.
El sonido atronador y arrastrado me hace cerrar los ojos, no se cuanto me quede así, ni cuanto dormí, ni cuando desperté, recordé a oscuras las caras sin cara de esa raza, pude verlos llorar, finalmente pude verlos llorar, me levanto eufórico despejando la niebla que invadía el cuarto borgoña, los escucho hablar y noto que se ríen de mi.
Comentan lo que gritaba dormido, se escapa una carcajada de mi boca, me desplomo en el cuero curtido y los dos me aplastan sin dejar de reír, perdoname henry, perdoname por tantas ausencias tuyas, perdona a los chicos, eran tan chicos, te admiraba henry, nunca quise lastimarte.

Noto a Dora algo desnivelada, nos abrazamos con fuerza y nos exiliamos al suelo, siguen los tambores saliendo del potus o del estante a su lado, mi cuarto se va evaporando vertiginosamente, siento vértigo.
Sin dudarlo tomo con fuerza todos los retazos que habia examinado Dora, los miro con ceño fruncido y los revoleo provocando nieve, Dora dice no, pero no paramos de reírnos. Henry se asusta con algunos cuadros, siempre les tuvo miedo.
“este en especial” señala el verde.
“no hay problema henry” suelto otra carcajada, siguen los tambores desde el potus, la niebla se mueve pero no se va.
Tomamos mis dibujos, no dejo que henry prenda el Camel y con su mano los incendio provocando chispas.
“no, es tan grande la colección!!, porque?” Dora esta preocupada, me amarro a su cintura y nos movemos a una velocidad imperceptible, la risa sigue desde el potus o del estante que ambos hicimos en una navidad.
En la luz del fuego veo rasgos de henry inéditos, ahora entiendo, “estas ahí henry!!!”
Ya nadie entiende nada, pero lo celebramos.
“tu papa dice que somos los muertos Dorita, somos los muertos, es una reunión de brujas henry!!”
henry me abraza con fuerza, nunca estuvimos tan unidos, la trilogía del cuarto tinto, no esta nada mal para una noche de domingo, y esque por no existir, no habría mañana.
La música sigue interpolada con otras danzas y juegos, incendio los cuadros, incendio los escritos, me quemo Dora, me quemo Henry, todos, no es maravilloso?
Todos los hechos pasados donde concordamos se nos presentan en imágenes que estallan con las llamas, es emocionante, nadie sale de acá, ni henry, ni Dora, ni yo.
Hay miles de inciensos, hay que tener cuidado de pisar, la cama empieza a ensancharse, 5, 6 metros de longitud, el agua colándose por la ventana redonda, gritos que se escapan del potus limonero, en el piso hay arena, niebla que se mueve, ruinas en llamas por todos los rincones, el tambor sigue, músicas que se trepan entre si, risas de Dora, el contorno azul de Dora, las manos de Dora, el rostro de henry, tan expresivo.
Seguimos sacrificando papeles entre el fuego.
Columnas de hilos y libros, las paredes de vino francés, y confesiones top secret.

Somos los desposeídos, nos intercambiamos ropas, anillos, collares, objetos, la hoguera es casi sagrada.Esa noche dormimos como bebes, como los chicos, escuchando crepitar el fuego con la cara reposando sobre el vientre de Dora, escuchando la hoguera quemando mi pasado, reposando sobre el contorno azul del buzo que le regale, viendo a henry despojado del sobretodo negro a dos centímetros del fuego, mientras que el agua hacia estragos por medio de la ventana, y la niebla se tornaba alegórica, nos acercamos a la pira y juntamos nuestros cuerpos para el calor, podia ver a henry en pose fetal durmiendo como en los asaltos de la primaria. Antes del dia que no seria dia le susurro a Dora tiritando de frío, que habia visto a los sin-rostro llorar.
Ella duerme con una sonrisa, de todas las que hay, esta es mi Dora favorita.

понедельник, мая 08, 2006

the still small voice


I
Figuración

Encendió a la diestra un cigarrillo
y mientras lo hacia rió de costado, como quien no quiere la cosa.
A veces le encantaban los acordes disonantes, los silencios,
Recostado escuchaba ruidos simultáneos desprovistos de melodía.
Tan absurdo.
Tan azul.

Era una cuestión de estar desprovisto de pupilas,
una llaga atada al corazón.
Pensarse muerto tal vez, una manera mas llevadera de los días.
De esa molestia en el bolsillo del dinero que no esta.
De mascullar novelas enteras que nunca.
Nunca nunca.
El querer sin el querer.
Querer sin lastimar, lastimar sin querer.
Quemar una piel, dos, tres cigarrillos.
Luego de aquello, la turba del hiena-amor.

II
Resonancias de la orilla

Nunca tuve mentas de bolacero, ni de malo.
Siempre me pudieron las ideas zigzagueantes,
como en la marejada del tango,
a mi, que soy naides.
Un otro tal vez.
Jué un 5 de abril, de un manotón esquivo
se me jueron desenvainando los amores.
Jué en mi cumpleaños.
Un cuchillon que se dejaba entrever sumido a mi costilla.
Me quede perplejo un espacio hasta saber a medias que no estabas.
Sentí que muchos me cercaban, por no decir todos.
Y entonces dije como con sorna:

- Fijensen en mis manos, me falta una, yo me la corte.

Añadí, medio desganado:

- de prudencia nomás...

En eso iba creciendo una especulación y me fui yendo,
mientras me pegaban otra revisada por arriba del hombro.
Hoy ya no me queda ni un rastrito de sangre en la muñeca.

III
Contraluz

No se llamaba Renata, ni Doria,
ni Jazmín.
Era mas mas y mas esbelta,
porque era mujer.
De todos los momentos solo un perfume de sándalo,
Que le brotaba desde el cuello hasta la boca de abajo.
Y ese recuerdo mimoso de apretujarla con los diez dedos
Y besarle el cuerpo que se le ondulaba por el piso con aires de inocencia.
Un recuerdo roto, porque ella aun esta.
Quizás por ser tan quebradizo el presente aun se le extraña,
Sin mezclarse con las aguas de ayer.



para K, la luz del mediodia.

pd: no me gusta que me corten por telefono!!!!

пятница, мая 05, 2006

a mi bola


-que a lo mejor el viernes pasa antonio por aqui camino de pamplona

- ¿a los san fermines?

-no, a la fiesta de graduación de una amiga... creo

-100 de junio san fermin lalalalalala
a hemingway le gustaba san fermín y los toros

-tengo ganas de verle... pero no sé como me sentiría

- y hemingway vivía a la sombra de dostoyevski

-pero bueno... todavia no lo sabe

- y hemingway se reventó la cabeza con una escopeta

( copyright de Alatriste )

( gracias )

понедельник, мая 01, 2006

mi moby dick




No me interesan los alaridos,
ni pozos, ni lagunas,
ni mi madre, ni mi magma,
ni la muerte.

Me huía en enredaderas,
Albas como grises,
Flores como entierros.

Espero poder dormir la vez
que me cuenten que la Luna
fue partida por el frío.
Como un queso
y como un perro.
Es tan triste que ni siquiera toco mi boca en el espejo.
Tan derrumbe y tan Bielzko,
Y tan vano.

En mi mayor,
Armonía,
La historia de mi ingenuidad.

Porque todos tenemos figuras
y figuraciones
Y nos aplasta ese candil
que nadie ve,
pero que alguien siempre enciende.
No soporto que ya te hayan
fabricado el amor.
Y que nada mas queda sin lloviznas
ni canteros.

Mi vía muerta,
Cada sonido me baila con herirte.
Esta en mi siglo, esta en mi histeria,
Todo ese tango que flota desde el río,
y sobre los muertos.

Al tragarte solamente
me olvido de tus tetas de marfil
Licor de caníbal,
buscando nada.

Suena el tango diablo
mientras miro la sacudida en amarillo ocre
Sobre la pared

El mío es un exilio hasta donde la historia de llorar.

Todos los soles,
Los sinsabores, todos los solos.

Lo mío son palabras de aliento
Para salir de este paraíso
Unido con una línea blanca,
Como la bandera

Dame pan
y dame sombra.
Las manos revolotean como si alas sobre fotos viejas
Y nada queda y nada va.

Fin de finales.
Finales que nos acercan mas al mas.
Todas las litografías, los espejos, y las pirámides.
Los arrecifes que acaban por hundirse.
Todos los otros, los sabios y suicidas.
Las camas abiertas a flor de labio.
Final abarcativo, despótico,
astrolábico.

Fin de principiantes,
de canteros, de lloviznas,
de violines y terrazas,
de ventanas, de pordioses,
de mejillas, de otoños,
de llagas, de inciensos,
de nenes, de histrionismos,
de países,
de mis temblores.
Fin de los matices.

Todos los todos.
Los tuyos, los míos..